A la "caza" de auroras boreales
Antes de nada, contaros que eso de los viajes organizados no va conmigo. Yo soy más de avión ida y vuelta, investigar aquí y allá e ir montando ese sueño a medida y hacerlo realidad.
Además hay algo imprescindible para mí en todas mis aventuras viajeras y es lo que yo denomino mi "cuaderno de bitácora". Es la versión actualizada y "adulta" de un diario, en el que escribo lo que sucede cada día. Hay frases cursis, descripciones, pero sobretodo, mucho sentimiento, y lo más importante es que tiene un objetivo claro, poder recordar con el paso del tiempo que sucedió aquí y allá y rescatar información cuando alguien te dice aquello de...: Nos vamos de viaje a tal sitio, ¿has estado? ¿Alguna recomendación?
En esta ocasión, ha sido de gran ayuda a la hora de escribir esta entrada del BLOG SigueElRizo. De hecho, encontraréis citas del mismo en cursiva y entrecomillado.
¿Cómo empezó este viaje? Pues con un objetivo claro, ver auroras boreales.
Me puse manos a la obra y empecé a investigar en qué sitios del planeta había más probabilidad de avistar este increíble fenómeno, y cuál era la mejor época del año para hacerlo. Y allí apareció, en primer lugar, el Círculo Polar Ártico, más concretamente, Noruega, pero arriba, arriba, arriba, al este de Tromso, en Lyngen Alps.
Y claro, ya que íbamos, había que aprovechar para ver algunos sitios más. Vuelta a investigar para saber qué no había que perderse por esa zona. Y voilá, aparecieron las Islas Lofoten.
El 29 de noviembre comienza nuestra aventura con un vuelo que hace escala en Frankfurt para desde allí ir a Oslo, y de allí a Bodo, y una vez en Bodo, una avioneta que nos lleva a Leknes, en las Islas Lofoten. Como podéis ver, no está a la vuelta de la esquina.
La llegada fue triunfal, lloviendo, nevando, y con un hombre que nos esperaba, (no había nadie más en el denominado “aeropuerto”), con el coche de alquiler. En ese momento fui capaz de ver claramente cómo era un copo de nieve, con su forma estrellada y sus puntas. No era un dibujo, eran reales e inmensamente grandes.
Nuestro alojamiento, un Bed & Breakfast precioso, propiedad de Anne Gerd, nos sirvió de punto de referencia, durante los siguientes tres días que pasamos en las islas, antes de ir a Lyngen.
¿Qué os puedo decir de Lofoten? Que es impactante y además, en esa época del año en la que ya todo está nevado, más todavía.
"Estas son cosas que aunque uno fotografíe, nunca se puede plasmar lo que realmente se ve"
Eso sí, hacía un frío terrible, y no porque la temperatura fuera muy baja, sino por el viento y la humedad, que hacían que la sensación térmica fuera de -20ºC. Supongo que quizá esta es una de las razones por las que no había turistas en ningún sitio (otra cosa más para sentirte especial). La gente normal suele elegir estos destinos en primavera cuando hay más horas de luz, hace mejor temperatura…
¿Qué no te puedes perder?
Citas cuaderno de bitácora:
"El camino es fantástico: montañas nevadas, lagos, pueblos con encanto, asentamientos de secaderos de bacalao, rorbuer (casas de pescadores) ...de verdad, una auténtica maravilla."
"Nuestro siguiente destino es llegar a Eggum, y pasear por un camino paralelo al mar, que nos lleva a una escultura de la que todo el mundo habla. Ese paseo es increíble, con nieve, hielo, el mar bramando y un viento brutal. Es especial, muy especial, no solo por el paisaje, sino por la sensación de sentirte libre, efímero, insignificante. Finalmente encontramos la famosa escultura. ¡¡¡Qué desilusión!!! Pero si es enana, parece una cabeza encogida por los jíbaros. Jejejeje!!"
"Seguimos camino a Unstad, un pueblecito surfero. El entorno, una vez más, es impactante e incluso tenemos la oportunidad de ver un Sea Eagle (especie de águila real, pero mucho más grande), que frente a nosotros despliega sus gigantescas alas...Wuuuuaaaauuhhhhh!!"
Y otros muchos pueblos, como Henningsvaer, Svolvaer, A, Reine...
Tres de diciembre. Hacemos el recorrido inverso: Leknes- Bodo, Bodo-Tromso, y ya allí, un autobús que nos lleva a Lyngen. No os voy a dar detalles de los vuelos o el recorrido por carretera, solo una pincelada…es la primera vez en mi vida, que tuve la sensación que el avión iba hacia atrás (¡¡¡Madre mía qué temporal!!!). Pero por fin llegamos y ahí está Lygen Lodge, imponente, con nieve por todas partes, esperándonos para darnos la bienvenida.
Un hotel de madera, en medio de la montaña, con cristaleras inmensas que permiten a sus huéspedes disfrutar constantemente de unas vistas indescriptibles.
Los siguientes días los pasamos practicando deportes de invierno y buscando a las tan esperadas y deseadas auroras boreales.
"El día ha amanecido despejado y es un absoluto privilegio poder ver este paisaje increíble del mar y la montaña nevada formando un todo"
La excursión con las raquetas de nieve hizo que nos sintiéramos como si estuviéramos viviendo en un cuento de hadas.
"Pasamos por bosquecillos nevados sin ningún ruido alrededor y al alzar la vista al horizonte, se veía el mar. La cámara nunca sería capaz de plasmar tanta belleza junta, esto se quedó en nuestras retinas y en nuestro corazón."
Disfrutar del jacuzzi exterior con la nieve al lado, es otro gran lujo, y si además es de noche, (en esa época del año sobre las doce de mediodía ya no había luz) hace que todo sea mucho más mágico.
A partir de las ocho y hasta las dos de la madrugada, dicen que es el mejor momento para ver a las “luces del norte”, siempre y cuando, el cielo esté despejado. Así que cada noche estábamos alerta por si se producía el gran fenómeno, con grandes decepciones cuando pasó la primera y nada de nada.
Otros dos grandes momentos de este viaje, además, del obvio, fueron el recorrido con trineos tirados por huskies a través de paisajes nevados.
"Cruzamos bosques nevados. Parece que estuviéramos metidos dentro de una postal de Navidad"
...y la pesca en hielo. Toda una aventura que comienza conduciendo motos de nieves, sigue con una pesca infructuosa, pero muy, muy, divertida y finaliza con vino dulce caliente (no muy agradable para paladares que no están acostumbrados) que nos da la energía suficiente para recuperarnos del frío.
Detalles hay cien mil, y estoy segura de que alguno se me olvida, pero tengo la sensación de que este post se me está alargando más de lo normal y todavía no hemos llegado a la noche de las auroras.
Y fue esa noche cuando sucedió, la misma en la que durante el día habíamos viajado en trineo.
"Estábamos cenando y de pronto cuando nos traen el postre, empiezan a asomarse tímidas, enseñándonos lo bonitas que pueden llegar a ser. Nos faltó tiempo para coger los abrigos y salir al exterior, para embobados mirar y mirar, sin dar crédito a la experiencia que estábamos viviendo. Y como cazadores fuimos en su búsqueda, porque queríamos seguir siendo partícipes de esa gran belleza. El gran espectáculo duró cerca de una hora, con colores verdes, rosados, formas aquí y allá que nuestra humilde cámara no era capaz de captar con gran precisión, pero sí nuestros ojos, y por supuesto, nuestra memoria. Creo que es imposible describir tanta belleza."
Un día más en Lygen, con su noche respectiva, nos permitió ver otra vez el gran fenómeno. Sin duda alguna el objetivo del viaje se había alcanzado, y lo había hecho con creces.
De vuelta al mundo real, después de varios aviones, y cuando estás sentada en casa, te das cuenta de lo privilegiada que eres, de la suerte que tienes y de las vivencias que disfrutas y que puedes compartir con los demás.
Espero que hayas disfrutado esta experiencia.
Fotos: SigueElRizo
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