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Restaurante El Bálamu, el mejor de LLanes

Un alto en el Camino de Santiago… gastronómico.


No es por presumir, pero llevo más de dos mil Kilómetros gastados en mis piernas por “culpa” del Camino de Santiago. Éste era algo distinto, sólo unas etapas, yendo con amigos y con paradas en los mejores restaurantes. Anduvimos largo y tendido, pero quizás no era una peregrinación, o sí… cada uno que lo viva a su manera.


La primera noche dormiríamos en LLanes. Debatía con mis amigos “disfrutones” sobre dónde cenar. Una recomendación aquí, otra allá… al final contacté con una amiga que tenía una primo lugareño y tripero, una buena combinación. Veía su Whatsapp (escribiendo… escribiendo…). Antes de desesperar por fin me llegó el mensaje:


- Esto es lo que me ha puesto mi primo: El Bálamu, en el puerto pesquero. Hay otras opciones donde puedes comer más y más barato, pero el Bálamu es el mejor.


Me encantó su recomendación y gané la discusión… iríamos al Bálamu.

La primera sensación cuando llegas es bipolar. Te vas acercando por las dársenas donde se encuentran amarrados los barcos de pesca... gran señal. Pero empiezas a acercarte a un edificio que más parece una lonja que un restaurante y no parece muy glamuroso. Sensaciones contrapuestas. Un cartel azul con el nombre del local, en un edificio funcional, te da la bienvenida.

Tras una subida por unas escaleras nada chic, te llevas la gran primera gran sorpresa: el comedor se encuentra literalmente encima de la lonja. Decorado con gracia suficiente y con unas maravillosas vistas. No dije que estaba anocheciendo, ¿verdad? Pues imaginad un atardecer con barquitos, mar, faro y solemnes edificios. Me puse a hacer fotos con mi iPhone como un descosido. Para que los empleados relajaran el rictus, tuve que explicar que era para un BLOG.

Bonito ¿no? lo mejor estaba por llegar. La metre, desconozco si dueña (no quise preguntar), nos aconsejó de forma inmejorable. Queríamos pescado, regado con un vino blanco y algo más. Ella decidió por nosotros, unos “peregrinos” capitalinos, en una lonja de un pueblo con mar, como dirían Sabina o Los Secretos, sólo puedes dejarte llevar si no quieres pecar de cateto madrileño.

Empezamos con unas almejas XXL, simplemente ¡MARAVILLOSAS! Lo mejor que comimos en los cinco días que estuvimos en tierras asturianas. Frescura, punto perfecto, sólo había que verlas. Probarlas solo potenció la sensación de fortuna que nos había inundado desde que subimos las escaleras y nos enfrentamos a la espectacular cristalera con vistas al mar.

Después nos agasajaron con unos bocartes que estoy seguro que saltaban de vivos en la cocina. Por supuesto no los iban a preparar mal, muy ricos, aunque todavía en mi subconsciente se mantenía el sabor a mar de las almejas.

Y llegó el plato estrella. Uno de mis pescados (a punto de escribir pecados) favoritos, un Pez Rey (en algunos lugares tiene otras denominaciones) sencillamente perfecto. Dicen que Madrid es el puerto de España, pero no, nada como comer un pescado fresco, en un restaurante situado encima de una lonja de la cual se proveen.

Por último, una apuesta arriesgada. Habíamos pedido un cachopo, miedo me daba, pero nos dijeron que teníamos que probarlo. Era un cachopo de solomillo con cecina. ¡¡Espectacular!! Probamos muchos cachopos esos días, muy ricos todos, pero ninguno siquiera se le acercaba un poquito.

Éramos cuatro, habíamos cenado de forma contundente pero había estado todo en un nivel tan alto que nos dejamos llevar por la pasión y accedimos a un postre para compartir: tarta de queso. No es uno de mis postres favoritos a no ser que esté deliciosa, y esta lo estaba.

Acabamos con un digestivo y pedimos una recomendación para tomar una copa. Hasta en eso acertaron, Nos fuimos a la Barrica Blanca, en el centro del pueblo, Calle San Agustín, 1. Música ochentera, local cómodo y combinados elaborados con esmero, a precio de allí, otra grata sorpresa.

El "Camino" siguió, anduvimos una media de 30 Kilómetros que pueden parecer pocos o muchos. No fueron lo suficiente para contrarrestar el “otro camino” gastronómico, un Kilo o dos seguro que cogí, pero no lo comprobé.


Por cierto, no me preguntéis por el precio, nada que no te cobre un restaurante de la capital de España, con algo de pretensiones. Lo que tengo claro es que cuando como bien siempre me parece barato, y en Asturias, en un pueblo con Mar, como diría Sabina o Los..., no solo comí bien, sino que comí en el mejor.


El Bálamu, Puerto Pesquero s/n.

Tel:985 413 606

Instagram: @elbalamullanes


Nota: saludos a Pedro, Jesús y Antonio, duros andarines que sin ellos nada de esto habiera sido posible.


Fotos #SigueElRizo, menos la entrada, propiedad del restaurante Bálamu.






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